Acuérdate de mí
Cristo Rey
Cristo es el centro de la historia de la humanidad y de todo hombre. A Él podemos referir las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias que entretejen nuestra vida. Cuando Jesús es el centro, incluso los momentos más oscuros de nuestra existencia se iluminan, y nos da esperanza, como le sucedió al buen ladrón en el Evangelio de hoy.
Mientras todos los otros se dirigen a Jesús con desprecio: "Si tú eres el Cristo, el Mesías Rey, sálvate a ti mismo bajando de la cruz", aquel hombre, que se ha equivocado en la vida pero se arrepiente, se agarra a Jesús crucificado implorando: "Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino". Y Jesús le promete:
"Hoy estarás conmigo en el paraíso".
Jesús sólo pronuncia la palabra del perdón, no la de la condena; y cuando el hombre encuentra el valor de pedir este perdón, el Señor no deja jamás de atender una petición como esa.
Hoy todos nosotros podemos pensar en nuestro camino. Este día nos hará bien pensar en nuestra historia:
"Acuérdate de mí Señor, tú que estás al centro, tú que estás en tu Reino".
La promesa de Jesús al buen ladrón nos da una gran esperanza: nos dice que la gracia de Dios es siempre más abundante que la plegaria que la ha pedido. El Señor siempre da más de lo que se le pide: le pides que se acuerde de ti y te lleva a su Reino.
Papa Francisco